martes, julio 17, 2007

Colgué el teléfono

1

Después de colgar el teléfono me sentí vacío, hambriento;
hace un tiempo ya, que devore en forma voraz
todas las margaritas de mi jardín y me quedé sin flores.
Extraño el perfume, el rozamiento, la marea
las voces incandescentes..., el desvanecer.
Alguna vez, yo también tuve fiebre y fue espléndido
verte bailar en el relente de la noche
acariciada por el agua, que ahora es sed insomne.
Colgué el teléfono, tomé un vaso de agua y me tiré en la cama,
observé con detenimiento, mis manos transparentes, huérfanas de deseo;
le canté canciones de cuna a la nena muerta, a mi nena,
que sostiene un globo rojo y me mira desde un rincón de mi habitación.
Me acaricié suavemente las cejas y luego los párpados y los labios,
reí levemente, y me preparé para el sueño.

2

Colgué el teléfono y me sentí atravesado, corrompido, indeseable, rechazado.
Sentí que me acostaba sobre el océano y vos estabas muerta al otro lado de la cama, y no pude más que llorar, llorar lágrimas que hierven, como suelen llorarse en los casos en que la herida es profunda, sin contornos, inexplicable.
Esta vez, y en forma definitiva, fui yo, quien colgó el teléfono.


Desde el balcón de mi casa.....


Voy a empezar a trabajar en mi segundo libro de poesías, que tal vez se titule, "Enamorados de las sed"


Foto a cargo de Enrique Balducci; durante su estadía en Bs. As.